Del 10 al 16 de febrero de 2013
Ser reales con los demás no es algo fácil de hacer en una sociedad que honra el mantener las apariencias, sin embargo, es una parte importante al recorrer un camino espiritual.
A través de la publicidad, los medios de comunicación y muchas otras formas, se nos enseña a estar más preocupados en cómo somos percibidos en vez de en lo que somos realmente. ¿Cuán a menudo las personas te preguntan cómo te va sin estar verdaderamente interesados en escuchar la respuesta? ¿Cuántas veces respondes “¡Genial!” mostrando una gran sonrisa falsa cuando en realidad has tenido un día, una semana o incluso un mes difícil?
Inclusive aquellos de nosotros involucrados en la espiritualidad caemos dentro de esta trampa. Sentimos que deberíamos ser de cierta manera, así que pretendemos ser eso para el mundo exterior. Sentimos que necesitamos ser perfectos, sumergiendo nuestras culpas.
Vivir la espiritualidad es estar en un proceso constante de transformación, y para hacerlo necesitamos ser honestos sobre nuestra negatividad, con otros y con nosotros mismos.
Si intentamos ser sólo sonrisas y bondad en el exterior, pero tenemos pensamientos negativos y de juicio en el interior, simplemente estamos cubriendo la suciedad al barrerla debajo de la alfombra. No hay transformación en eso. Además, la verdad acerca de nuestro carácter siempre se puede sentir. Todos tenemos fallas. Todos cometemos errores.
Cuando decidimos exponernos a nosotros mismos, con todo y nuestra basura, las personas saben lo que están obteniendo y aprecian el coraje que conlleva ser así de abiertos. Entonces así se pueden identificar con nosotros, ser uno con nosotros.
Ser reales es una grandiosa cualidad espiritual. Es indicativo de alguien con quien las personas pueden conectar.
Si escondemos nuestra negatividad en las sombras, nunca verá la Luz. Ser honestos sobre nuestra basura y exponerla a los demás es exponerla ante la Luz.
Todo lo mejor,
Yehuda
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